El arte de las finanzas , Harold James
Ahora bien, ¿acaso la misma incomprensión de parte del público en general no era una característica de los productos financieros cada vez más sofisticados que se estaban comercializando? Por cierto, la naturaleza de los riesgos en juego no era clara, al parecer, ni siquiera para los reguladores o los altos niveles gerenciales de las firmas que estaban creando el negocio.Algunos artistas modernos y sus patrones apuntan explícitamente al paralelismo entre arte contemporáneo y nuevos productos financieros. El Deutsche Bank, el banco coleccionista de arte más prominente de Europa, publicó la opinión de expertos donde se anunciaba que los clientes, el público en general, eran "extremadamente conservadores, tediosos, carecen de imaginación y no saben lo que piensan".Después de las implosiones financieras, como el colapso de la burbuja de las puntocom en 2000 o de la crisis de las hipotecas de alto riesgo de 2007-2008, esas opiniones parecen arrogantes.
El paralelismo entre arte desconcertante y aparentemente sin sentido y productos financieros ininteligibles es irrecusable más que reconfortante.Entonces, ¿por qué la subasta de Hirst fue un éxito? En parte, porque el arte involucrado distaba de ser ininteligible. El objeto que se aguardaba con más expectativa, un toro con cuernos y pezuñas de oro, llevaba el título, con una intención obvia, "El becerro dorado".Pero también había otro motivo que impulsó a los oferentes. Un indicio fue que los compradores rusos pagaban el dinero grande, en el mismo momento en que el sistema bancario de Rusia se desmoronaba. Al mismo tiempo, se registró un aumento en la demanda de joyas de oro. La búsqueda de activos no financieros parece un comportamiento típico en cualquier crisis financiera -lo que se conoció durante el gran drama de la hiperinflación en la Alemania de Weimar como "die Flucht in die Sachwerte" -la huida a activos materiales.El arte también funciona como una reserva de valor. Pero para poder estar seguro de la confiabilidad de esta función, el comprador debe estar convencido de la valuación a largo plazo del objeto del deseo.Los banqueros del Renacimiento italiano también compraban obras de arte porque les recordaban valores intemporales que trascendían las transacciones cotidianas. Veían sus adquisiciones de pinturas y esculturas como una conexión con la eternidad. ¿Quién puede decir lo mismo sobre los productos de Damien Hirst?
Harold James es profesor de Historia y Asuntos Internacionales en la Woodrow Wilson School, Universidad de Princeton, y profesor de Historia en el European University Institute, Florencia. Copyright: Project Syndicate, 2008. www.project-syndicate.org Traducción de Claudia Martínez