Varias sobre Peña Nieto
Político Potemkin
Denise Dresser
20 Sep. 10
La palabra "Potemkin" se usa para describir una fachada diseñada con el objetivo de tapar hechos indeseables. El vocablo proviene de una actividad asociada con el príncipe Potemkin, quien erigió pueblos de cartón para impresionar a la emperatriz Catherine II durante su visita a Crimea en 1787. Pero detrás de las hermosas fachadas no había absolutamente nada. Todo era una aparatosa construcción erigida con el objetivo de engañar, tapar, ocultar. En México tenemos ahora a un político Potemkin que intenta hacer lo mismo. Enrique Peña Nieto ha armado una carrera política que recurre a los mismos métodos usados por el noble ruso. Usa la televisión para encantar. Usa la propaganda personal para seducir. Usa al Congreso local para apuntalar sus ambiciones presidenciales. Todo ello esconde una realidad que es posible vislumbrar atrás de la fachada y debajo del copete.
Es la realidad de un hombre temeroso, un político miedoso, un candidato que se ve obligado a pasar leyes a modo para limitar la competencia a la cual no se quiere enfrentar. La "Ley Peña" que elimina las candidaturas comunes en el estado de México desnuda al cobarde que el gobernador mexiquense lleva dentro. Alguien que en situaciones de emergencia piensa con las piernas, como dijera famosamente Ambrose Bierce. Alguien que prefiere ser percibido como pusilánime antes que correr el riesgo de que el PRI pierda la elección y él pierda la Presidencia. Peña Nieto opta por eludir en vez de enfrentar; opta por imponer en vez de competir; opta por violar el espíritu de la democracia con tal de ponerla a su servicio. Escondido tras la fachada del modernizador, asoma el autócrata.
Y sí, Peña Nieto usa el vocabulario del nuevo PRI pero una y otra vez recurre a las tácticas autoritarias del partido que lo parió. Denosta las candidaturas comunes y tan sólo ocho días después logra que el Congreso mexiquense las elimine. Critica "la lucha del poder por el poder mismo" e incurre en aquello que ve con tan malos ojos. Ataca a quienes promueven "una democracia sin contenido" mientras se erige en su principal artífice. La "Ley Peña" huele a viejo, a rancio, a prácticas priistas del pasado que el gobernador promete haber superado. Argumenta en su Quinto Informe de Gobierno que sería un error equiparar el regreso del PRI con una regresión, y luego cambia las reglas del juego en su estado para constatar precisamente eso. Argumenta que aspira a una renovación de fondo, para después demostrar que nunca ha creído en ella.
En la película High Plains Drifter, Clint Eastwood dice "es lo que un hombre sabe de sí mismo lo que lo atemoriza". Y Peña Nieto acaba de demostrar que teme una alianza PAN-PRD en el estado de México. Teme perder el semillero de votos priistas que su entidad tendría que proveer en la contienda presidencial. Teme perder la candidatura que con tanto esmero Televisa le ha ayudado a edificar. Teme no ser el político imbatible por el cual 7 de cada 10 priistas votarían según encuestas recientes. La aterroriza saber que sin una victoria en el estado de México en el 2011 no habrá un arribo a Los Pinos en el 2012.
Algunos dirán ante la clausura de las candidaturas comunes que el fin justifica los medios, que en el fondo se trata de una sofisticada estrategia electoral, que Peña Nieto está siendo pragmático y no miedoso. Pero la falta de una buena explicación tan sólo comprueba la cobardía, tan sólo subraya la ausencia de una buena espina dorsal. Y ojalá que el descubrimiento del político Potemkin lleve al escrutinio de todo lo demás que esconde. El estado de México convertido en territorio Barbie. El caso de Paulette y la incompetencia política que demostró. Los decapitados en La Marquesa y la falta de explicaciones convincentes al respecto. Los secuestros, las extorsiones, los robos y la criminalidad que corroe a la casa mexiquense. El hecho de que 60 por ciento de los encuestados señala la inseguridad pública como el problema principal que Peña Nieto no ha logrado encarar. La larga lista de problemas estructurales que han sido enterrados por el pueblo Potemkin presentado en la pantalla. Allí sólo hay éxitos, aplausos y compromisos cumplidos por un político de cartón.
El miedo que Peña Nieto ha intentado ocultar puede tener efectos paradójicos. El temor no sólo anticipa la mala fortuna; puede precipitarla. Al obstaculizar las candidaturas comunes, el mexiquense le está abriendo la puerta a la única opción que le queda tanto al PAN como al PRD. Una coalición con una plataforma común. Una candidatura fortalecida por metas compartidas y objetivos preestablecidos. Una alianza más fuerte incluso que las forjadas en Puebla, Oaxaca y Sinaloa. Si el objetivo en esas entidades fue remover cacicazgos, en el estado de México el imperativo se vuelve evitar que ocupen la silla presidencial. Parar al político Potemkin y evidenciarlo. Frenar al candidato de cartulina y revelar cuán frágil es. Recordarle que su carrera política es una creación de Arturo Montiel y jamás perder la oportunidad de preguntarle a su progenitor: ¿qué tal durmió?
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El error de Peña Nieto
Leo Zuckermann
Ahora se hace creíble la versión de que el régimen autoritario del pasado podría regresar en caso de que el PRI gane las presidenciales.
¿Para qué quiere ser presidente Enrique Peña Nieto? ¿Para qué quiere tener mayoría en el Congreso de la Unión? Si es para aprobar reformas como las que pasó la Cámara de Diputados del Estado de México la semana pasada, cuidado, porque tendríamos un político en Los Pinos dispuesto a cambiar las reglas del juego democrático con tal de ganar.
El Congreso mexiquense aprobó una serie de reformas constitucionales y legales para dificultarle a la oposición del PAN y del PRD la posibilidad de aliarse en las próximas elecciones de gobernador del año que entra. Eliminaron la figura de "candidaturas comunes" para dejar la de "coaliciones". Redujeron, también, los tiempos de campaña, lo cual podría perjudicar a un posible candidato opositor poco conocido en el estado. Y, en las letras chiquitas, cambiaron las reglas de fiscalización de las campañas: delimitaron la actuación del Órgano Técnico de Fiscalización del Instituto Electoral del Estado de México y fortalecieron, en esta materia, al secretario ejecutivo quien en la práctica fue nombrado por el gobernador Peña Nieto. De esta manera, en la letra grande y en la chiquita, es una reforma regresiva para la democracia mexiquense.
Y luego está la forma en que la aprobaron. Sin mucha discusión, rapidito y en vísperas del megapuente vacacional por la celebración del Bicentenario de la Independencia cuando muy poca gente le está prestando atención a las noticias. Un típico sabadazo.
No es la primera vez que Peña Nieto trata de limitar la competencia electoral en su estado. El año pasado firmó un pacto de vergüenza. Dio su apoyo para incrementar un punto la tasa del IVA a cambio de que el PAN no se aliara con las fuerzas de izquierda en las próximas elecciones de gobernador mexiquense. Cuando vio que los panistas le iban a incumplir, Peña Nieto salió a los medios a denunciar que lo habían engañado.
El gobernador ha demostrado, desde entonces, preocupación por las elecciones en su entidad. No es gratuito. Hay muchas fuerzas políticas, dentro y fuera de su partido, interesadas en que el PRI pierda en el Estado de México para propinarle un duro golpe a Peña Nieto en sus aspiraciones presidenciales. Y por eso, al parecer, el gobernador está obsesionado por dificultar la posible alianza del PAN con el PRD en su entidad. Ahora con una reforma constitucional demostrando, así, un estilo de gobernar donde, con tal de ganar, se justifica todo.
Peña Nieto piensa que hay que reformar el régimen político mexicano para que el Presidente pueda aspirar a tener una mayoría en el Congreso. Así lo ha expresado en diversas ocasiones. Yo creo lo mismo. Sin embargo, empiezo a tener dudas en el caso de que Peña Nieto llegara a la Presidencia. ¿Para qué utilizaría su mayoría en el Congreso? ¿Para hacer reformas como la recién aprobada en el Estado de México?
Con esta decisión, Peña Nieto ha fortalecido el argumento de los que piensan que es mejor continuar con gobiernos divididos en México -donde el Ejecutivo no tiene mayoría en el Legislativo- para que los presidentes estén limitados y no puedan aprobar reformas regresivas, tanto económicas como políticas. En este sentido, Peña Nieto ha minado la tesis que él comparte de que es necesaria una reforma política para que el Presidente pueda aspirar a tener mayorías en el Congreso. Ha perdido, así, la credibilidad como un político de altura, preocupado por mejorar las instituciones, para convertirse en un oportunista dispuesto a todo, incluso a cambiar la Constitución de su entidad, con tal de acrecentar su poder.
Peña Nieto también les ha regalado un arma a los panistas y a los perredistas. Ahora se hace creíble la versión de que el régimen autoritario del pasado podría regresar en caso de que el PRI gane las próximas elecciones presidenciales, y más si se lleva una buena cantidad de diputados y senadores. Yo me rehúso a creerlo. Me cuesta un trabajo endemoniado pensar que los mexicanos del siglo XXI podamos regresar a un régimen de partido hegemónico, corporativo, subordinado a un poder presidencial exacerbado y con tendencias populistas. Pero esto es un argumento sofisticado, incluso exquisito. En la práctica, el electorado entiende ideas fáciles y los panistas y los perredistas van a argumentar -ya lo están haciendo- que Peña Nieto es una especie de Hugo Chávez toluqueño que está dispuesto a todo con tal de conquistar el poder.
Por eso creo que Peña Nieto cometió un error. A partir de ahora, sus detractores, que son muchos, dentro y fuera de su partido, lo pintarán como la cara joven del viejo PRI: mañoso y monopolista, que quiere ganar sin competir, que cambia la ley para inclinar la cancha a favor de su partido. Un Peña Nieto más autoritario que democrático. Y quizá tengan razón
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Ratifican 92 Ayuntamientos la 'ley Peña'
El Pleno del Congreso mexiquense notificó la aprobación de la reforma en 92 Ayuntamientos priistas.
Sólo uno de los Cabildos que ya analizaron la reforma votó en contra de ésta
Enrique I. Gómez
Toluca, Estado de México (20 septiembre 2010).- Un total de 92 de los 125 Ayuntamientos del Estado de México, todos priistas, ratificaron ya la reforma al artículo 12 de la Constitución estatal para eliminar la figura de las candidaturas comunes como mecanismo de competencia.
En sesión del Pleno del Congreso, se informó que en total se emitieron 93 votos de Ayuntamientos, de los cuales sólo uno fue en contra, que extraoficialmente corresponde a Luvianos, Gobernado por el PRD.
Con esa aprobación, el Congreso mexiquense emitió este lunes la declaratoria de aprobación y el decreto respectivo se envió al Gobernador, Enrique Peña, para que ordene su publicación en la Gaceta de Gobierno, a fin de que la reforma entre en vigor para la elección de su sucesor, en julio de 2011.
La legislación establece que para que cualquier reforma sea aplicable en los próximos comicios se debe publicar antes del 3 de octubre.
Legisladores de PAN y PRD denunciaron que en al menos 10 Cabildos no se convocó a regidores de sus partidos, por lo que pidieron copia certificada de las convocatorias y actas de sesiones.
La aprobación de la llamada "ley Peña" requería el voto de al menos 63 Ayuntamientos, que representan 50 por ciento más 1 del total.
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